jueves, 21 de octubre de 2010

DARA ID

Día 1

EL EFECTO SORPRESA

Por Paz Dubarry


Este fue mi debut en lo que a congresos o encuentros de arquitectura y decoración se refiere. He asistido a otros, he visto algunos por TV, en incluso vía Web. He aprendido que, generalmente, uno obtiene lo que espera. O no. La sensación de satisfacción/ insatisfacción al terminar la exposición viene determinada previamente por las expectativas que llevamos a cuestas. Y las mías, debo confesar, eran altas. ¿Para quién diseñamos? Significaba un buen punto de partida. Y las respuestas obtenidas en la primera jornada del 2do Congreso de Interiorismo y diseño, Dara Id, fueron varias.
En primer lugar comprendimos qué, si bien hay una única pregunta que actúa como disparador, hay infinitas respuestas a la misma. Hubo quienes optaron por responder con su obra, desde la subjetividad más extrema, y otros, desde la abstracción más profunda y dando una vuelta conceptual interesante.
Es especialmente la conferencia de Miguel Rodríguez Casellas la que quisiera destacar hoy ya que, si bien poco puedo decir de su obra a raíz de lo expuesto, mucho puedo decir de su enfoque. Y para una adicta a la información con una excesiva tendencia a la mezcolanza de disciplinas, esto parecía diseñado para personas que tienen la velocidad de Internet metida en el sistema.
La exposición fue intensa, profunda, y rápida. A algunos de los asistentes les pareció difícil seguirla. A otros, entre los que me inscribo, nos resultó adictiva y estimulante.
El disertante comenzó por utilizar la historia reciente como punto partida para un estudio antropológico y de tendencias socio culturales originados a raíz del 11 de septiembre. El miedo al espacio público como catalizador de la vuelta al espacio privado.
Luego de un bombardeo de imágenes impactantes y de obras de arte referenciadas al concepto madre, pasamos por una descripción de la modernidad segmentada en tres etapas.: fálica, femenina y transexual. Para luego centrarnos en el sujeto y su comportamiento como usuario, cliente y consumidor. Y finalmente regresar a la participación del diseño en todo este enjambre.
El arte fue impecable. Las imágenes seleccionadas fueron perfectas. Pude sentirme parte de al menos tres clases de design junkies: infantiloides (mis gnomos by Stark y unos renos inflables que pongo en todas partes lo demuestran) ecofreak (obviamente) y seguidora de tendencias. Reconocerme dentro de los grupos a los que el disertante ridiculizaba me recordó que lo más importante a asumir, es que el diseño renueva mi relación con mi espacio.

Yo no diseño para otros, pero sí consulto a los que lo hacen. Los admiro y consumo sus tendencias. Soy su audiencia. Y también soy parte de ese montón de personas que sucumbimos al miedo y nos golpean las crisis -y ni hablar de la inseguridad- y entonces intentamos hacer de nuestras casas refugios que no se parezcan a cárceles y que nos hagan sentir bien aun estando atrapados dentro.
Se valen del humor y también de la seriedad. Y reinventan la relación con el espacio en la más absoluta de las subjetividades. Y algunas de las cosas que vemos en el mundo del diseño y la arquitectura en general, son claros malos pasos pero otras, son gigantes saltos hacia delante.
Gracias a Miguel comprendimos que el diseño, tantas veces tratado como disciplina menor, es tan espejo de la sociedad y la cultura y sus comportamientos como un estudio de marketing y una seria encuesta. Para saber lo que es importante para nosotros hoy, lo realmente importante, vayan a nuestras casas y observen.
El interiorismo le da la responsabilidad al profesional de meternos al mundo exterior dentro de casa. “mi” mundo interior refleja “mi” mundo exterior y hay tantos de esto como personas. Por que el mundo que crean para nosotros es nuestra visión no la de ellos y eso merece un reconocimiento enorme -que les ha sido demorado- como nexos constantes entre realidad y fantasía. Es hora de que lleguen los enhorabuenas.
Gracias Dara y gracias Miguel por darle a los profesionales del diseño el espacio para reflexionar y brillar, para repensarse y reinventarse y por encima de todas las cosas, el espacio para el encuentro. En un mundo virtual, verse cara a cara es un verdadero lujo.

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