jueves, 23 de septiembre de 2010

Ideas en Acción

Por Guillermo Hirschfeld


Cada vez nos encontramos con más políticos que nos hablan de los think tanks. Estamos en presencia de un verdadero auge de estas usinas de pensamiento. Parece ya no haber dirigente que no quiera apoyarse en uno de estos laboratorios de ideas para diseñar sus programas. Estas organizaciones están en boga y Bamboo se propone sumergirse en este mundo... ¿Qué es un think tank? ¿Por qué son tan importantes en la construcción de un proyecto político? Para explicarnos el concepto echamos mano a uno de nuestros colaboradores: Guillermo Hirschfeld. Sin lugar a dudas, una de las voces más autorizadas y destacadas para esta misión.
Hirschfeld es el Responsable para América Latina de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, FAES, el think tank más importante de España y el más influyente de Hispanoamérica.


En el mítico comic V for Vendetta el protagonista nos sentenciaba aquello de que las ideas eran a prueba de balas. Creo que tan desencaminado no iba el singular antihéroe en su apreciación. Si prestamos atención al crecimiento que está teniendo un sector que construye “tanques”, que no disparan balas sino ideas, algo nos queda claro: es tiempo de think tanks.
Podemos describirlos como una institución que dedica esfuerzos al estudio de la realidad con el objetivo de ofrecer propuestas destinadas a mejorarla. Dentro de ella, se utilizan como materia prima la tradición, la historia, la experiencia y el entorno social, con los que se pueden elaborar productos diseñados para ser aplicados en la vida pública. El “tanque” los pone en el “mercado” de las ideas para que los agentes políticos los utilicen en el debate público. En esta cadena de producción, el papel articulador de los dirigentes es fundamental.
A través de los think tanks, constantemente se generan una gran cantidad de investigaciones y análisis sobre todo tipo de asuntos nacionales e internacionales. Esto permite que los responsables políticos, al consultarlos, puedan tomar decisiones con un conocimiento más certero sobre las políticas públicas.
La acción política en estado puro corre el riesgo de transformar los proyectos políticos en meras maquinarias electorales que bailan al ritmo de las encuestas y, en definitiva, en instrumentos al servicio del puro tacticismo. Al no ser los think tanks espacios donde se diseñan campañas electorales, éstos pueden permitirse pensar y proponer ideas en libertad sin el apremiante ahogo de las encuestas. No hace falta irse muy lejos para tomar conciencia de que no tiene la misma calidad institucional una sociedad en la que los actores políticos solo se arrojan eslóganes, con el objetivo de vencer a su adversario político en una disputa donde prevalece el más vivo, el más simpático o el de más “talante”, que aquella en la que el debate político descansa en una sofisticada batalla intelectual. Una batalla que es fruto del análisis y la reflexión previos. La superioridad de la segunda es indudable.
Dar forma consistente a un discurso político con mayúsculas es la senda que recorre el político que llega a estadista. Un think thank debe invertir capital humano, trabajo y competencia en un quehacer que no está relacionado con lo inmediato. Porque por más paradójico que pueda resultar, en la construcción de un proyecto nacional democrático sólido, lo urgente es el largo plazo.
El programa electoral de Barak Obama se nutrió de manera significativa de las ideas de la Brookings Institution, uno de los más influyentes think tanks de Washington. En España, FAES fue uno de los pilares sobre los que se sustentó el proyecto que en 1996 puso fin a catorce años de gobierno socialista. Y la victoria de Sebastián Piñera en Chile tampoco se podría entender sin el exhaustivo trabajo de los grupos de Tantauco, uno de los think tanks más importantes de Latinoamérica.
En Argentina, el fenómeno no es nuevo pero está más en boga que nunca. En este país los proyectos presidenciales de 2011 que encarnan Mauricio Macri, Francisco De Narváez y Eduardo Duhalde arman sus equipos técnicos replicando estos modelos. De hecho, el relanzamiento de la Fundación Pensar como usina de ideas y propuestas del PRO confirma la teoría.
En estas instituciones, se realiza un trabajo entre bambalinas, cuando las sociedades y el debate político están infestados de opinólogos y diletantes, los think tank constituyen un buen refugio, un espacio silencioso a salvo de los flashes.
Recuérdese aquél dialogo entre Sherlock Holmes y su ayudante:
- Me preocupan los ladridos del perro del vecino, Watson.
- Pero si anoche no ladró.
- Eso es precisamente lo que me preocupa.
La irrupción en la vida pública de una usina que derramara pensamientos, “obligaría” a los adversarios políticos a sumergirse en la profundidad del debate y a alejarse de tópicos y lugares comunes que serían derrumbados por la abrumadora fuerza de las ideas.

Twitter: @Hirschfeld1977

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